Los hooligans han sido objeto de estudio y de debate durante mucho tiempo debido a sus comportamientos violentos en eventos deportivos.
Sin embargo, hay un aspecto que a menudo se pasa por alto, su comunicación no verbal.
Son un grupo representativo de cómo la comunicación no verbal puede tener un poderoso impacto en la conformación de un sentimiento de grupo.
Aunque generalmente se los asocia con comportamientos agresivos y violentos, es importante explorar cómo esta subcultura demuestra un cambio significativo en la comunicación no verbal de las personas introvertidas al convertirse en parte de un grupo.
Desmond Morris muestra que el sentimiento de grupo entre los hooligans se debe en parte a la liberación de tensiones internas y a la búsqueda de identidad a través de la adopción de un comportamiento colectivo agresivo.
En un estudio llevado a cabo por el reconocido psicólogo Albert Mehrabian, se analizó como la pertenencia a un grupo influye en la comunicación no verbal. Los resultados revelaron que cuando las personas se sienten parte de un grupo, su comunicación no verbal se vuelve más extrovertida, abierta y expresiva.
En el caso de los hooligans, esto se traduce en gestos más amplios, posturas más dominantes, expresiones faciales más intensas y contacto visual más desafiante.
El sociólogo Erving Goffman sugiere que en estos casos, la individualidad se diluye en el sentimiento de grupo, y los gestos y expresiones faciales se vuelven mucho más exagerados y agresivos. Este grupo de personas toma la forma de un organismo cohesionado, y la comunicación no verbal en su conjunto refuerza el sentido de pertenencia y empoderamiento.
Investigaciones realizadas por el sociólogo Gustave Le Bony el psicólogo Muzafer Sherif indican que cuando las personas se unen en grupos, se genera un sentimiento de identidad colectiva que influye en su comportamiento. Los hooligans se sienten parte de una comunidad, lo cual les otorgaba sensación de pertenencia y solidaridad.
Un ejemplo conocido de esto es la famosa «hinchada» de Argentina, conocida como «La Doce», que apoya al club Boca Juniors.
Los hooligans suelen utilizar un lenguaje corporal agresivo para mostrar poder y dominio. Lo manifiestan a través de posturas y movimientos de intimidación, como el pecho inflado, los brazos cruzados y los gestos desafiantes.
Estos gestos no solo son señales de advertencia para los oponentes, sino también signos de lealtad y cohesión dentro de su grupo.
Emplean la ropa y los símbolos para comunicar su afiliación a un determinado equipo o grupo de fanáticos. Camisetas, bufandas y banderas son el medio a través del cual expresan su lealtad y solidaridad con su equipo.
Además, estos elementos pueden transmitir mensajes amenazantes o provocativos hacia los rivales, lo que aumenta la tensión y la rivalidad dentro del entorno deportivo.
Otro aspecto interesante es el uso de grafitis y pintadas. Estas “expresiones artísticas” en las ciudades y estadios de fútbol refuerzan su identidad y marcan sus territorios.
A menudo se trata de símbolos de rivalidad y se usan para comunicar desafíos y amenazas a otros grupos de hinchas.
Esta comunicación se convierte en un lenguaje en sí mismo, ya que todos ellos sienten una fuerte conexión con otros fans, compartiendo un objetivo común y una misma pasión, el amor por su equipo.
Estudiar la comunicación no verbal de los hooligans es necesario para comprender la complejidad de este fenómeno sociocultural y encontrar soluciones efectivas para contrarrestar su comportamiento violento.